viernes, 6 de agosto de 2010

Sin correr, se ven mejor los detalles del paisaje

Hoy ha sido un día distinto en El Portal, seguramente porque me lo he tomado con mayor tranquilidad. Por la mañana no había que hacer recados, y he podido disfrutar más de la vida de la casa.

Selu y Bea en plena representación
El hecho de no salir nos ha permitido dejar pronto la comida lista, ya que una vez que fregaron el desayuno, ya estaba yo cortando cebollas para el pollo en salsa que ha servido para agotar el pan del día. Con el almuerzo planteado, e incluso con una crema de verduras para la cena ya en el fuego, me he permitido poder ver la presentación del día (un teatrillo con el que se recibe a los niños y se motiva la jornada) e incluso dar una vuelta por los talleres para llenar de sonrisas, ojos traviesos, lenguas que guiñan, mofletes colorados o caras de diversión, mi tarjeta de memoria (la de la cámara y la de verdad).

En la cocina me lo paso bien, aunque el calor sea asfixiante. Ese rito cuasi mágico de coger una caja de muslos de pollo congelados y convertirla en un sabroso guiso que reponga fuerzas a los que tienen que dibujar la alegría en las caras de los niños, me encanta. Ahora empiezo a entender muchas cosas que con 17 años valoraba a la carrera, y es que siempre ha habido en los encuentros gente, hermanas, matrimonios, o incluso cocineros contratados, que nos posibilitaban recargar el depósito, aunque pasaran muy desapercibidos.

Selu y Caye, relamiéndose con los macarrones de ayer
Quizá lo que peor llevo es que hay demasiados momentos de soledad y que, cuando se junta mucha compañía es porque llega el momento del rancho, y eso significan prisas y pocos segundos para entablar conversación. Pero en todo caso, y más allá de servir de gasolinera, la cocina siempre es lugar de encuentro en estos sitios, donde más de uno se da un garbeo, e incluso mucho escaqueo, aunque sea con la excusa de saber con qué los sorprenderé en la siguiente comida. Otras son conversaciones más largas, e incluso a veces profundas. Con Aranza hablo de las dificultades de la vida comunitaria, de la pastoral superficial en la que estamos empezando a caer muchas veces, de nuestras historias previas aquí en El Portal, de los nuevos caminos de la Iglesia... Juana Mari siempre pregunta por gente, y no para de pensar en la gente (básicamente no para de pensar), tanto que acaba haciendo suyos los problemas de la gente del barrio, aunque le hayan "escupido" a la mano que les tendió... Con Mariu hablamos de acompañamiento, y hacemos acompañamiento sin darnos cuenta; reflexionamos sobre qué propuestas hacer para que la pastorial juvenil de la Salle Andalucía no se descafeíne, de cómo hacer la transición para el curso que viene en nuestros grupos, de cómo está la gente del campo de trabajo...

Y todo el que pasa por ese punto de encuentro va dejando algo de sí, para que el guiso del campo de trabajo se siga cocinando a fuego lento.

Ha sido un día más tranquilo. Hasta me he podido sentar, e incluso escribo y me voy a duchar antes de que los demás terminen una dinámica y le demos el beso de buenas noches a Papá Dios.

Ha sido un día más tranquilo, con tiempo para todo, y creo que la clave ha sido que yo he estado más tranquilo. Era sencillo, ¿no?

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