jueves, 13 de diciembre de 2012

De bueyes, mulas, reyes andaluces y otros rumores...



Hace muuuucho tiempo que no me animaba a escribir en mi blog, pero desde hace unos días le vengo dando vueltas al temita de la mula, el buey y los Reyes Magos andaluces, y me apetecía contar lo que había leído del tema y las conclusiones, por si a alguien le sirve para aclararse un poco. Ahí va:
 
Cuando salió la famosa noticia de que el Papa “había expulsado” al buey y la mula del Portal de Belén, lo primero que hice fue ir a buscar mi Biblia y ver qué decían Lucas y Mateo, los únicos que recogen algo de la infancia de Jesús.

Me sonaba que en los Evangelios (Lc,2 y Mt,2) no había nada sobre estos animalillos, y, además, no me creía en absoluto lo que decían los medios de comunicación que supuestamente había afirmado Benedicto XVI en su libro. Efectivamente, el Papa no había podido eliminar lo que nunca había estado en los textos, algo que después contrasté en algún artículo de publicaciones religiosas en internet, donde se recogían sus verdaderas palabras.

No suelo identificarme con las corrientes más conservadoras de la Iglesia Católica, pero ya hace tiempo que pongo en duda todo lo que los medios de comunicación (que conste que soy periodista y por eso me duele doblemente) dicen de cualquier cosa que lleve el apellido católico. Parece que interesa entresacar palabras de los discursos (y eso que es verdad que algunos discursos tienen miga), aunque se pierda su sentido, y, aprovechando que la opinión pública actual vive de los comentarios o de pseudo informaciones de 140 caracteres, sembrar la discordia contra la Iglesia y destruir aún más su maltrecha imagen pública.

Las tertulias de bares (o de Facebook) no tenían desperdicio: que si ERE en el Portal; que cómo iba el Papa a cambiar la historia del nacimiento; que si con lo mal que está la cosa, de lo que habla el Papa (siempre piden que la Iglesia hable de sus cosas, y para una vez que se habla de teología, tampoco están contentos)…Y lo peor es que, muchos de los que murmuraban eran católicos, e incluso gente de Iglesia.

Después ha venido lo de los Reyes Magos, que me cogió algo más despistado. Según los medios y los corrillos, resulta que, según el Papa, los Reyes eran andaluces. Ahí tenía claro que no iba a encontrar la respuesta en los Evangelios, que sólo hablan de unos Magos que venían de Oriente (Mt,2). Ni Reyes, ni número, ni nombres.

Aunque con el precedente del falso ERE del Belén, ya no me creía nada, pensaba que igual el Papa había formulado una teoría, analizando textos de la tradición o los Evangelios Apócrifos. Así que me puse a buscar la fuente original. ¿Qué había dicho exactamente Benedicto XVI sobre los Magos?

Un poquito de Google, y respuesta encontrada. El Papa no había dicho nada de eso, simplemente hacía una recopilación de textos del Antiguo Testamento que habían profetizado la adoración de los Magos, y que, desde un análisis teológico, nos hablaban de cómo la Humanidad entera adoraría al Mesías.

«Así como la tradición de la Iglesia ha leído con toda naturalidad el relato de la Navidad sobre el trasfondo de Isaías 1,3, y de este modo llegaron al pesebre el buey y el asno, así también ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72,10 e Isaías 60. Y, de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios», relata Benedicto XVI y continúa: «La promesa contenida en estos textos extiende la proveniencia de estos hombres hasta el extremo Occidente (Tarsis, Tartessos en España), pero la tradición ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa».

¿Y qué dicen el Salmo e Isaías?
El Salmo habla de que “Los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributo; los reyes de Arabia y de Etiopía le harán llegar sus cuotas. Ante él se postrarán todos los reyes, y le servirán todas las naciones”.

Y el profeta nos habla de que “los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. 4 Levanta los ojos a tu alrededor y contempla: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos. 5 Tú entonces, al verlo, te pondrás radiante, palpitará tu corazón muy emocionado; traerán a ti tesoros del otro lado del mar y llegarán a ti las riquezas de las naciones. 6 Te inundará una multitud de camellos: llegarán los de Madián y Efá. Los de Sabá vendrán todos trayendo oro e incienso, y proclamando las alabanzas de Yavé. 7 Todos los rebaños de Cedar se reunirán junto a ti, y los carneros de Nebayot serán tuyos para ser ofrecidos en mi altar, pues quiero dar esplendor al templo de mi Gloria. 8 Oh, ¿quiénes son ésos, una nube de palomas que vuelan a su palomar? 9 Pero si las islas ahora creen en mí! mira cómo los barcos de Tarsis acuden, trayendo de lejos a tus hijos, con su plata y su oro, a causa del Nombre de Yavé, tu Dios, del Santo de Israel que te ha glorificado. 10 Los extranjeros reedificarán tus muros y sus reyes te pagarán los gastos. Pues si bien cuando estuve enojado te pegué, llevado por mi buen corazón, me compadecí de ti. 11 Tus puertas estarán siempre abiertas, no se cerrarán ni de día ni de noche, para recibir las riquezas de las naciones que te traerán sus mismos reyes”.

Es decir, que los Reyes, los más importantes, de toda la tierra, se sentirían llamados por la Gloria de Dios, y adorarían al Señor con sus mejores riquezas. Habla de Tarsis (Tartessos, que la historia sitúa en Andalucía), pero también de Arabia, Etiopía y varias zonas de Oriente Próximo. De ahí a decir que los Reyes Magos eran andaluces, va un trecho, tanto como la distancia entre la realidad de lo que pone en el libro del Papa y lo que han contado otros (y lo que después han contado esos otros a otros que también lo han ido contando, al más puro estilo del juego del teléfono).

Un consejo (petición expresa para todo el que se sienta cristiano). No se crean todo lo que les cuentan (aunque lo digan en la tele o en Internet…). Acudan a la Biblia, contrasten lo que se dice con escritos teológicos. Infórmense. Y, por favor, no extiendan los rumores infundados.

Fuentes: 

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