Lo mejor de todo es que Abraham no sabe a dónde va (mejor dicho, a dónde lo llevan), ni cuánto tardará, ni qué encontrará. Simplemente se fía de lo que ese Dios, que por el camino se comprometerá con él a ser su Dios, su portección y su fuerza, quiera hacer con él.
Tan simple, y tan difícil. Eso es la verdadera fe. Ponerse en manos de Dios, entregarse a Él, y dejarse llevar.
En eso están pensando ahora mis "niñas" de Discernimiento. En si están dispuestas a salir de su tierra; en si Dios les promete algo; y qué respuesta están dispuestas a darle.
Tan simple y tan difícil... salir de nuestra tierra y dejar que Dios guíe nuestra vida...
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